domingo, 6 de diciembre de 2009

Correspondencia con el Cielo.


Trato de vislumbrar tu rostro y apenas puedo evocar su perfil, oculto tras el vapor de las erupciones que provoca tu recuerdo.


Puedo ver tu vieja chaqueta a cuadros, tu maleta de cuero marron y tus eternos zapatos de punta, con su negro brillo de coquetería imposible. Veo mi infantil vergüenza en tu temerosa forma de coger mis manos. Se acercan las navidades y con ellas tu ausencia inexplicable aun parece que será quebrada.


Volveras con tu increíble sonrisa y tu cartera extranjera. Orgulloso, frente a un tribunal de extraños, narraras aventuras soñadas con finales de triunfo. Mientras el fiscal, tras la barra del bar, busca con la mirada al chico que desaparece asido a tu mano.


¡Cuánto dueles!. Una sola vez me pegaste, fue cuando llame puta a mama, creo que fue cuando empece a ver el mundo con tus ojos. La hora de la cena se acerca y se que el silencio me robara todas las lagrimas, cuando te derrumbes borracho sobre los brazos de mi incomprensión. Después desaparecerás, llevándo en tu maleta todas las penas que en ella metí para olvidarte.


Recuerdo los días que pasamos en los Alpes, en tu casa ambulante. La vieja caravana sin baño en la que sobraba espacio para todas tus cosas. Pasaba el dia solo, aguardando la hora de hacer los espagettis que compartíamos con el viejo Denetti. Eran cenas que lo llenaban todo. Os veía llegar sonriendo. Os lavabais en el viejo barreño dejando allí todas las heridas que el dia os habría infligido. Preparados de nuevo para burlaros de la cena y arroparme con sonrisas.


Solo ahora creo comprender por que me querías tanto, cuanto disfrutaste de la herida del vientre, cuando llegaba la hora de la cura y yo , el futuro medico, lo recordaba con las gasas y tijeras en la mano. Cuando marche y te deje el dinero recaudado en otras casas, los quinientos francos recuerdas, para que te compraras unas gafas. Nunca valoré lo suficiente el dinero, pero creo poder imaginar, solo ahora, cuanto lloraste. Ahora se que fue el regalo mas grande que nunca hice.


Sonrío si recuerdo tu fe en John Wayne, el dia que decidiste curar el resfriado con whisky , jjajaa, te enfadarías. Volviste del hospital, nada mas despertar, vestido con tu pijama en el autobús e indignado por que ¿a quien coño se le había ocurrido llamar a la ambulancia?. Solo espero tener en mis venas algo del león que rugia en tu enorme corazón.


Miles de besos.

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